En esta
ocasión, para disfrutar de los sentidos, entre los días 3 y 13 de julio, nos
hemos ido a Tierra Santa, realizando una extensión de dos días a Jordania para
visitar Petra y Amman, entre otras localidades (Monte Nebo, Madaba, etc.). Una
vez en Madrid y en su aeropuerto, el Adolfo Suárez-Barajas, el primer peaje que
tuvimos que pagar, ya en el aire el avión de El Al, las aerolíneas israelíes, fue la de degustar la cena manifiestamente
mejorable con que nos “obsequia” la compañía aérea: ensalada (comible), humus
(…?), pasta con salsa boloñesa (también comible), pan ácimo, un par de pastas y
agua para regar tan suculenta comida; toda ella kosher, como es natural. En
fin, como casi todas las comidas aéreas que hemos probado siempre que realizamos
travesías lo suficientemente largas para que en ellas quepan un almuerzo o una
cena –incluso ambos– siempre constatamos que son alimentos a presión, al
instante, constreñidos, servidos amablemente en carritos con forma de paralelepípedo
por el casi siempre correcto personal de cabina…, características todas que
acompañan a la molesta ingesta en los aviones.
Cuando
amanecía, aterrizamos en el aeropuerto de Tel Aviv y, tras los tediosos
trámites aduaneros, en un cómodo autobús, tomamos rumbo a Haifa, ciudad portuaria
al norte del país.
Levantada en las laderas del Monte Carmelo, se trata de un
ciudad con una historia que se remonta a tiempos bíblicos y por la que han
pasado hebreos, asmoneos, persas, romanos, bizantinos, musulmanes, cruzados,
otomanos, británicos… Frente a ella, al otro lado de la bahía, Acre (San Juan
de Acre), de reminiscencias cruzadas. En el convento de carmelitas de Stella
Maris nos dieron un desayuno buffet reconfortante a base de panes variados,
mantequilla, mermelada, bollería (cruasán entre otros), café, chocolate y zumos
que nos devolvió la confianza en el ser humano y en sus cualidades culinarias.
Visitamos la basílica, en la que, además de la presencia de la Virgen del
Carmen, hay una fuerte presencia de alusiones al profeta Elías ya que, no en
vano, la zona estaba horadada por cuevas que ocuparon ermitaños tratando de
emular al profeta del carro de fuego. Al ser nuestro grupo una peregrinación de
la archidiócesis hispalense, los momentos de oración estuvieron presentes en
más de una ocasión, siendo en esta basílica el primero de ellos. Ni que decir
tiene la gran emotividad de muchos de los mismos a los que más adelante nos
referiremos. Seguidamente, continuamos nuestro viaje para visitar los curiosos
y hermosos jardines Bahai, en el centro mundial de esta religión monoteísta
relativamente joven (1844) que se originó en Irán. Estos bellos jardines parecen
imitar a los colgantes de Babilonia. Salimos de Haifa en dirección a Galilea,
más exactamente a Nazaret. Allí visitamos la basílica de la Anunciación, donde
se celebró una emotiva eucaristía. Almorzamos y continuamos hacia Caná de
Galilea para ver la basílica de de las Bodas de Caná donde, según los
Evangelios, tuvo lugar el primero de los milagros atribuidos a Cristo. En dicha
basílica, los matrimonios presentes, renovamos el sacramento matrimonial. Ya
por la tarde, continuamos viaje hasta Tiberiades donde nos alojamos en el hotel
Caesar Palace, junto al lago-mar del mismo nombre. Cenamos (buffet aceptable) y
después de un paseo por los alrededores, tras una intensa jornada, nos
retiramos a descansar.
El martes, 5
de julio, después de un buen desayuno, fuimos hasta un puerto para coger un
barco y realizar un paseo por el lago Tiberiades hasta Cafarnaum donde
visitamos la sinagoga donde Cristo oró e impartió doctrina. Continuamos hasta
Tabgha (Heptapegon en griego) para visitar la basílica de la Multiplicación de
los Panes y los Peces. Continuamos hasta el Monte de las Bienaventuranzas
(Sermón de la Montaña) y poco después llegamos hasta el lugar donde, según la
tradición, tuvo lugar la concesión de Cristo a Pedro de su Primado sobre la
Iglesia. Almorzamos: ensalada turca (o libanesa), humus, ensalada de maíz,
kebab y pez San Pedro; de postre, unos exquisitos dátiles. Por la tarde, nos
acercamos a los pies del Monte Tabor desde donde, en furgonetas, ascendimos
hasta el lugar en que según los textos sagrados se produjo la Transfiguración
y
donde Antonio Barluzzi, el arquitecto de Tierra Santa, nos ha dejado otra de
sus interesantes obras en la basílica del mismo nombre. Vistas hermosas se podían
disfrutar desde el mirador anejo a la basílica. Ya avanzada la tarde, volvimos
a Tiberiades, cenamos en nuestro hotel y, tras algunas compras de recuerdos
mientras paseábamos, nos fuimos a descansar.
El miércoles,
6 de julio, abandonamos nuestro hotel junto al Mar de Galilea y tras el
desayuno salimos hacia Magdala. Día caluroso, especialmente cuando visitábamos
las excavaciones, para acercarnos hasta el Jordán donde se renovó la promesa
bautismal. Poco después llegamos hasta Jericó, una de las ciudades más antiguas
del mundo, de la que se tienen registros arqueológicos que se remontan casi
diez mil años atrás. La ciudad de Zaqueo y el sicomoro, en medio de un vergel
avenado por las aguas del Jordán, está rodeada a su vez por un desierto duro y
exigente. Desde uno de los bordes de la misma se divisa el Monasterio de las
Tentaciones, cristiano ortodoxo, en las estribaciones montañosas. Continuamos hasta el Mar Muerto, a 427 m bajo
el nivel del mar, donde tomamos un baño y comprobamos que su salinidad, diez
veces mayor que la del Mediterráneo, hace prácticamente imposible sumergirse en
sus aguas; mientras, divisábamos las tierras del Moab jordano frente a nosotros.
Almorzamos en el lugar, comida de las peores en todo el tour; poco más que
comentar. Salimos en dirección a Jerusalén, acercándonos cuando llegamos a un
mirador, junto a la Universidad, que dominaba la ciudad: Getsemaní, el valle
del Cedrón y el Monte de Sion. Nos alojamos en el hotel Olive Tree, donde una
vez en él, tuvimos tiempo de cenar y, poco después, acercarnos hasta las
murallas de la ciudad vieja para tomar contacto con la urbe tres veces santa:
Jerusalén. Ciudad impresionante en la que se dan la mano, ¿o se enfrentan?, las
tres culturas religiosas monoteístas por antonomasia: la judía, la cristiana –en
todas su variables (católica, ortodoxa, protestante…)– y la musulmana. Lástima
que la incapacidad de diálogo del ser humano no haga posible llegar al acuerdo,
al entendimiento, al respeto y consideración del diferente; ojalá algún día sea
posible. Llegados aquí, quisiéramos
referirnos a nuestro guía durante los días que estuvimos en Israel.
En todo nuestro periplo israelí nos acompaño el guía Gianluca Chiericato
(Luca): educado, simpático, formado, experto y siempre dispuesto a ayudarnos y
orientarnos. ¡Grazie tante, Luca!
El jueves, 7 de julio, después de un desayuno
acorde con los esfuerzos que estaban por llegar, salimos con la intención de
visitar algunos de los Santos Lugares. En Belén, primero nos acercamos al Campo
de los Pastores cuyo santuario, como otros que visitamos y visitaríamos a lo
largo del viaje, es una sugerente obra de Antonio Barluzzi. También entramos en
algunas de las grutas naturales que, históricamente, fueron utilizadas por
pastores de la
zona para guarecer sus rebaños. A continuación nos dirigimos a
la Basílica de la Natividad, lugar del nacimiento de Jesús. Espacio donde
nuevamente se reflejan algunos choques entre los diversos credos cristianos
(católico, armenio, ortodoxo…). En una de las grutas del subsuelo tuvo lugar
otra íntima y sugerente eucaristía. Almorzamos en un restaurant de la zona
(aceptable) y, por la tarde, continuamos nuestras visitas: Ein Karem, el lugar
del nacimiento de Juan el Bautista, así como la iglesia de la Visitación, donde
se cree que María visitó a su prima Isabel. Ya por la tarde, compramos regalos
y recuerdos y volvimos hasta Jerusalén. Cenamos en nuestro hotel y salimos al
centro de la ciudad, visitando su moderno centro comercial: Mamilla. Retornamos
al hotel para descansar tras otro intenso día.
El 8 de julio,
viernes, fue un día dedicado enteramente a Jerusalén. Primero nos dirigimos
hasta el Monte de los Olivos, paseamos por él entre olivos centenarios y, en
algún caso, milenarios y bimilenarios, y oímos misa en la Basílica de la
Agonía, en la que habría que destacar su hermosa
decoración de mosaicos que
emula un cielo nocturno en su cubierta abovedada de regusto bizantino, obra del
ya conocido A. Barluzzi. Por supuesto, la pieza fundamental es una estructura
rocosa en el altar donde, según la tradición, oró Jesús antes de ser prendido.
Después fuimos hasta la Basílica de la Dormición de la Virgen, de planta circular,
en el Monte de Sion y, tras almorzar en el Hotel Ambassador, continuamos hasta
el Cenáculo (lugar de la Última Cena) y la tumba del Rey David. Seguidamente
visitamos la iglesia de San Pedro de Galicanto (negación de Pedro) y el camino
desde el Cenáculo hasta Getsemaní, así como el lugar donde estuvo preso Jesús
en la casa de Caifás. Por la tarde, paseamos por la Dominus Flevit (donde
Cristo lloró mirando a Jerusalén), que domina el valle del Cedrón y mira a la
muralla de la ciudad vieja y a la Puerta Dorada (por la que entró Jesús en
Jerusalén). Ya de noche, después de la cena en el hotel Olive Tree, nuestro
magnífico guía, Luca, nos dio un paseo por la ciudad vieja, dentro de las
murallas, entrando por la Puerta de Jaffa y visitando el Muro de la Lamentaciones
(donde cada quien dejó sus deseos escritos en papelitos incrustados con
dificultad en el muro), la Gran Sinagoga, la Vía Dolorosa… Por la Puerta de Damasco abandonamos la ciudad
vieja y volvimos al hotel.
El sábado, 9
de julio, después de desayunar, otra vez a los Santos Lugares de esta hermosa
ciudad coronada por cúpulas, torres, y minaretes rematados por cruces e
islámicas lunas. En primer lugar visitamos la hermosa basílica de Santa Ana, de
medieval belleza y elegante sobriedad, donde según la tradición nació la
Virgen. Junto a ella, los restos arqueológicos de la Piscina de Bethesda, donde
Cristo, según los Evangelios, curó al paralítico. Después nos llegamos hasta la
Iglesia de la Flagelación, pequeña y coqueta construcción de una sola nave proyectada
por Barluzzi y en ella iniciamos el viacrucis por la Vía Dolorosa hasta llegar
al Santo Sepulcro donde, independientemente de las creencias y convicciones
religiosas de los distintos miembros del grupo, vivimos momentos cargados de
fuerte intensidad: el contexto del Gólgota y el lugar del enterramiento de
Jesús, así como la gruta donde Santa Elena, según la tradición, halló la vera-cruz
hicieron aflorar sentimientos variados entre nosotros que, a su vez, nos
hallábamos dentro de una corriente integrada por una miríada humanidad
multirracial, multilingüe y de diversos credos cristianos. Por la tarde,
después del almuerzo, volvimos a la ciudad vieja y presenciamos un espectáculo
de luz y sonido en la Torre de David sobre el origen y avatares históricos de
la ciudad que resultó muy interesante aunque, a nuestro entender, en algunos
aspectos, algo parcial. Después retornamos al hotel para descansar.
El domingo, 10
de julio, tras desayunar, parte del grupo retornó a España vía Tel Aviv mientras que otros, entre los que
nos hallábamos nosotros, iniciamos la aventura jordana. Cruzamos la frontera
después de engorrosos trámites aduaneros por Puente Allenby, cambiando de
autobús y de guía (el nuevo, jordano, había españolizado su nombre por Gerardo).
Ya en Jordania, continuamos en dirección al Monte Nebo donde, según el Antiguo
Testamento Moisés fue enterrado; desde él se domina una extraordinaria visión del Valle del Jordán. Continuamos
hasta Madaba, donde visitamos la Iglesia de San Jorge con su hermoso mosaico-mapa
de Tierra Santa que data del s. VI d.C. Almorzamos en el Restaurant Hekayet
Nebo, donde pudimos darnos cuenta de las excelencias de la cocina jordana que,
sin desmerecer la judía, con la que también tiene claras conexiones, a nosotros
nos pareció más rica y diversa: tabo´li (picadillo de perejil), fattoush
(ensalada de pan ácimo refrito), kubeh (especie de croquetas) con patatas
picantes, arroz frito, sambusa with cheese (paquetitos de masa brick rellenos
de queso), kebad (especie de mixed
grill)… Continuamos hasta Wadi-Musa (Petra), alojándonos en un muy buen hotel
de la cadena Royal Crown, junto al inicio del yacimiento de Petra.
Muy temprano,
el lunes, 11 de julio, después de desayunar (ya podíamos mezclar lácteos y
embutidos, desayuno que no era kosher para los judíos), iniciamos nuestra
aventura en Petra. Magnífico conjunto arqueológico en el que destacar los
hermosos templos funerarios y tumbas del pueblo nabateo. Destacar el
cinematográfico desfiladero (Indiana Jones), muy interesante desde el punto de
vista litológico y geomorfológico, la impresionante fachada del Tesoro, el
teatro, la explanada en alto del templo… Nosotros hicimos todo el recorrido
andando (7 u 8 km), resultándonos muy duros y exigentes los tres últimos bajo
un sol de canícula y sobre un empedrado incómodo que reverberaba el calor que
nos regalaba el astro-rey. Otra vez en el hotel, junto a un pub (The Cave Bar)
cuya fachada era una auténtica construcción nabatea, nos tomamos dos cervezas
heladas y nos fuimos a almorzar. Continuamos camino hacia Amman, realizando un
tour para conocer la ciudad: la mezquita de Abdala, el teatro romano, la
mezquita de Abu Darweesh, las calles comerciales del centro popular… Nos alojamos en el hotel Grand Palace y
cenamos al lado de una típica boda jordana. Por cierto, la cerveza y la copa de
vino tinto que consumimos nos costó 20 euros; sin comentarios.
El martes, 12
de julio, después del desayuno, autobús, puente Allenby y otra vez en Jerusalén
con tiempo de acercarnos hasta la puerta de Jaffa con poco más de una hora para ir al centro comercial Mamilla y a algunas tiendas de la ciudad Vieja
donde un reducido grupo realizamos las últimas compras: un mezuzá para
colocarlo en la jamba de la puerta, algunas cruces, etc. El autobús nos llevó
hasta el aeropuerto de Tel Aviv y desde allí, en un B-737, volamos hasta Madrid
donde llegamos cuando anochecía. Nos alojamos en el Meliá-Barajas donde
descansamos y por la mañana, después de un excelente y casi inmejorable desayuno-buffet,
otro autobús nos llevó hasta la estación de Atocha para coger nuestro AVE que,
a las 14:30 H. nos dejó en Santa Justa, Sevilla y, desde allí, a Hinojos y,
unas horas más tarde, a Punta Umbría.
Durante
nuestra experiencia hemos conocido a gente extraordinaria: Juani y su tía
María, de
Puebla de Guzmán, excelentes personas; Andrés y su esposa, simpáticos
cordobeses; Rosa y Leo, dos sevillanas inolvidables; Pepe y Joaquín, dos
alcalaínos (de Guadaira) que nos hicieron pasar momentos hilarantes; Antonio,
el efectivo organizador del viaje; los guías, Luca y Gerardo, doctos en sus
respectivas materias; los sacerdotes, Enrique, Antonio Jesús y Javier,
comprensivos y eficientes pastores de un rebaño díscolo en ocasiones, y en fin,
todos, que nos amoldamos a circunstancias y conseguimos coronar una experiencia
inolvidable.
Nuestra
siguiente estación: Camino de Santiago. Desde él, experiencias vitales y
culinarias aparecerán en las `páginas de nuestro blog. Hasta siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario