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Ingredientes: Una morcilla de 200 g a ¼ kg aproximadamente; 2 o 3 huevos; 1 cebolla fresca; aceite de oliva, y un poco
de sal si fuera necesario.
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Preparación: Desmenuzamos la morcilla, quitándole la piel y reservamos. Aparte,
ponemos un poco de aceite de oliva en una sartén y freímos la cebolla a la que,
cuando esté sancochada, añadiremos la morcilla; refreímos un poco y añadimos
los huevos batidos, esperando a que cuajen hasta que esté a nuestro gusto. Si queremos, podemos echarle también un poco de cebolla caramelizada.
Algunas curiosidades sobre la cebolla:
Cebolla (Allium cepa).
Es una planta
hortense, de la familia de las Liliáceas, con tallo de 6 a 8 dm de altura, hueco,
fusiforme e hinchado hacia la base, hojas fistulosas y cilíndricas, flores de
color blanco verdoso en umbela redonda, y raíz fibrosa que nace de un bulbo
esferoidal, blanco orojizo, formado de capas tiernas y jugosas, de olor fuerte
y sabor más o menos picante. La cebolla
está entre las primeras plantas cultivadas y podemos situar su origen en Asia central.
Más certeza se tiene de su entrada europea
gracias a griegos y romanos.
Su nombre proviene del latín cepulla, cebolleta, diminutivo de cepa.
La cebolla es un alimento que debe ser
incluido definitivamente en nuestra alimentación. Contiene vitaminas A, B, C y
E, además de azufre, hierro, yodo, etc. Posee una potente acción contra los
reumatismos, de manera similar al ajo, encontrándose ambos en la misma familia
taxonómica; disuelve el ácido úrico, responsable de la enfermedad de la gota
que afecta a los riñones y a las articulaciones y lucha contra las infecciones
gracias a sus sales de sosa y su potasa. En la homeopatía, la cebolla es utilizada para el tratamiento
de las inflamaciones de los ojos y de las vías respiratorias superiores.
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