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martes, 19 de julio de 2016

Disfrutando de los sentidos... VI



En esta ocasión, para disfrutar de los sentidos, entre los días 3 y 13 de julio, nos hemos ido a Tierra Santa, realizando una extensión de dos días a Jordania para visitar Petra y Amman, entre otras localidades (Monte Nebo, Madaba, etc.). Una vez en Madrid y en su aeropuerto, el Adolfo Suárez-Barajas, el primer peaje que tuvimos que pagar, ya en el aire el avión de El Al, las aerolíneas israelíes, fue la de degustar la cena manifiestamente mejorable con que nos “obsequia” la compañía aérea: ensalada (comible), humus (…?), pasta con salsa boloñesa (también comible), pan ácimo, un par de pastas y agua para regar tan suculenta comida; toda ella kosher, como es natural. En fin, como casi todas las comidas aéreas que hemos probado siempre que realizamos travesías lo suficientemente largas para que en ellas quepan un almuerzo o una cena –incluso ambos– siempre constatamos que son alimentos a presión, al instante, constreñidos, servidos amablemente en carritos con forma de paralelepípedo por el casi siempre correcto personal de cabina…, características todas que acompañan a la molesta ingesta en los aviones.
Cuando amanecía, aterrizamos en el aeropuerto de Tel Aviv y, tras los tediosos trámites aduaneros, en un cómodo autobús, tomamos rumbo a Haifa, ciudad portuaria al norte del país.
Levantada en las laderas del Monte Carmelo, se trata de un ciudad con una historia que se remonta a tiempos bíblicos y por la que han pasado hebreos, asmoneos, persas, romanos, bizantinos, musulmanes, cruzados, otomanos, británicos… Frente a ella, al otro lado de la bahía, Acre (San Juan de Acre), de reminiscencias cruzadas. En el convento de carmelitas de Stella Maris nos dieron un desayuno buffet reconfortante a base de panes variados, mantequilla, mermelada, bollería (cruasán entre otros), café, chocolate y zumos que nos devolvió la confianza en el ser humano y en sus cualidades culinarias. Visitamos la basílica, en la que, además de la presencia de la Virgen del Carmen, hay una fuerte presencia de alusiones al profeta Elías ya que, no en vano, la zona estaba horadada por cuevas que ocuparon ermitaños tratando de emular al profeta del carro de fuego. Al ser nuestro grupo una peregrinación de la archidiócesis hispalense, los momentos de oración estuvieron presentes en más de una ocasión, siendo en esta basílica el primero de ellos. Ni que decir tiene la gran emotividad de muchos de los mismos a los que más adelante nos referiremos. Seguidamente, continuamos nuestro viaje para visitar los curiosos y hermosos jardines Bahai, en el centro mundial de esta religión monoteísta relativamente joven (1844) que se originó en Irán. Estos bellos jardines parecen imitar a los colgantes de Babilonia. Salimos de Haifa en dirección a Galilea, más exactamente a Nazaret. Allí visitamos la basílica de la Anunciación, donde se celebró una emotiva eucaristía. Almorzamos y continuamos hacia Caná de Galilea para ver la basílica de de las Bodas de Caná donde, según los Evangelios, tuvo lugar el primero de los milagros atribuidos a Cristo. En dicha basílica, los matrimonios presentes, renovamos el sacramento matrimonial. Ya por la tarde, continuamos viaje hasta Tiberiades donde nos alojamos en el hotel Caesar Palace, junto al lago-mar del mismo nombre. Cenamos (buffet aceptable) y después de un paseo por los alrededores, tras una intensa jornada, nos retiramos a descansar.
El martes, 5 de julio, después de un buen desayuno, fuimos hasta un puerto para coger un barco y realizar un paseo por el lago Tiberiades hasta Cafarnaum donde visitamos la sinagoga donde Cristo oró e impartió doctrina. Continuamos hasta Tabgha (Heptapegon en griego) para visitar la basílica de la Multiplicación de los Panes y los Peces. Continuamos hasta el Monte de las Bienaventuranzas (Sermón de la Montaña) y poco después llegamos hasta el lugar donde, según la tradición, tuvo lugar la concesión de Cristo a Pedro de su Primado sobre la Iglesia. Almorzamos: ensalada turca (o libanesa), humus, ensalada de maíz, kebab y pez San Pedro; de postre, unos exquisitos dátiles. Por la tarde, nos acercamos a los pies del Monte Tabor desde donde, en furgonetas, ascendimos hasta el lugar en que según los textos sagrados se produjo la Transfiguración
y donde Antonio Barluzzi, el arquitecto de Tierra Santa, nos ha dejado otra de sus interesantes obras en la basílica del mismo nombre. Vistas hermosas se podían disfrutar desde el mirador anejo a la basílica. Ya avanzada la tarde, volvimos a Tiberiades, cenamos en nuestro hotel y, tras algunas compras de recuerdos mientras paseábamos, nos fuimos a descansar.
El miércoles, 6 de julio, abandonamos nuestro hotel junto al Mar de Galilea y tras el desayuno salimos hacia Magdala. Día caluroso, especialmente cuando visitábamos las excavaciones, para acercarnos hasta el Jordán donde se renovó la promesa bautismal. Poco después llegamos hasta Jericó, una de las ciudades más antiguas del mundo, de la que se tienen registros arqueológicos que se remontan casi diez mil años atrás. La ciudad de Zaqueo y el sicomoro, en medio de un vergel avenado por las aguas del Jordán, está rodeada a su vez por un desierto duro y exigente. Desde uno de los bordes de la misma se divisa el Monasterio de las Tentaciones, cristiano ortodoxo, en las estribaciones montañosas.  Continuamos hasta el Mar Muerto, a 427 m bajo el nivel del mar, donde tomamos un baño y comprobamos que su salinidad, diez veces mayor que la del Mediterráneo, hace prácticamente imposible sumergirse en sus aguas; mientras, divisábamos las tierras del Moab jordano frente a nosotros. Almorzamos en el lugar, comida de las peores en todo el tour; poco más que comentar. Salimos en dirección a Jerusalén, acercándonos cuando llegamos a un mirador, junto a la Universidad, que dominaba la ciudad: Getsemaní, el valle del Cedrón y el Monte de Sion. Nos alojamos en el hotel Olive Tree, donde una vez en él, tuvimos tiempo de cenar y, poco después, acercarnos hasta las murallas de la ciudad vieja para tomar contacto con la urbe tres veces santa: Jerusalén. Ciudad impresionante en la que se dan la mano, ¿o se enfrentan?, las tres culturas religiosas monoteístas por antonomasia: la judía, la cristiana –en todas su variables (católica, ortodoxa, protestante…)– y la musulmana. Lástima que la incapacidad de diálogo del ser humano no haga posible llegar al acuerdo, al entendimiento, al respeto y consideración del diferente; ojalá algún día sea posible.  Llegados aquí, quisiéramos referirnos a nuestro guía durante los días que estuvimos en Israel.


En todo nuestro periplo israelí nos acompaño el guía Gianluca Chiericato (Luca): educado, simpático, formado, experto y siempre dispuesto a ayudarnos y orientarnos. ¡Grazie tante, Luca!     
    El jueves, 7 de julio, después de un desayuno acorde con los esfuerzos que estaban por llegar, salimos con la intención de visitar algunos de los Santos Lugares. En Belén, primero nos acercamos al Campo de los Pastores cuyo santuario, como otros que visitamos y visitaríamos a lo largo del viaje, es una sugerente obra de Antonio Barluzzi. También entramos en algunas de las grutas naturales que, históricamente, fueron utilizadas por pastores de la
zona para guarecer sus rebaños. A continuación nos dirigimos a la Basílica de la Natividad, lugar del nacimiento de Jesús. Espacio donde nuevamente se reflejan algunos choques entre los diversos credos cristianos (católico, armenio, ortodoxo…). En una de las grutas del subsuelo tuvo lugar otra íntima y sugerente eucaristía. Almorzamos en un restaurant de la zona (aceptable) y, por la tarde, continuamos nuestras visitas: Ein Karem, el lugar del nacimiento de Juan el Bautista, así como la iglesia de la Visitación, donde se cree que María visitó a su prima Isabel. Ya por la tarde, compramos regalos y recuerdos y volvimos hasta Jerusalén. Cenamos en nuestro hotel y salimos al centro de la ciudad, visitando su moderno centro comercial: Mamilla. Retornamos al hotel para descansar tras otro intenso día.
El 8 de julio, viernes, fue un día dedicado enteramente a Jerusalén. Primero nos dirigimos hasta el Monte de los Olivos, paseamos por él entre olivos centenarios y, en algún caso, milenarios y bimilenarios, y oímos misa en la Basílica de la Agonía, en la que habría que destacar su hermosa
decoración de mosaicos que emula un cielo nocturno en su cubierta abovedada de regusto bizantino, obra del ya conocido A. Barluzzi. Por supuesto, la pieza fundamental es una estructura rocosa en el altar donde, según la tradición, oró Jesús antes de ser prendido. Después fuimos hasta la Basílica de la Dormición de la Virgen, de planta circular, en el Monte de Sion y, tras almorzar en el Hotel Ambassador, continuamos hasta el Cenáculo (lugar de la Última Cena) y la tumba del Rey David. Seguidamente visitamos la iglesia de San Pedro de Galicanto (negación de Pedro) y el camino desde el Cenáculo hasta Getsemaní, así como el lugar donde estuvo preso Jesús en la casa de Caifás. Por la tarde, paseamos por la Dominus Flevit (donde Cristo lloró mirando a Jerusalén), que domina el valle del Cedrón y mira a la muralla de la ciudad vieja y a la Puerta Dorada (por la que entró Jesús en Jerusalén). Ya de noche, después de la cena en el hotel Olive Tree, nuestro magnífico guía, Luca, nos dio un paseo por la ciudad vieja, dentro de las murallas, entrando por la Puerta de Jaffa y visitando el Muro de la Lamentaciones (donde cada quien dejó sus deseos escritos en papelitos incrustados con dificultad en el muro), la Gran Sinagoga, la Vía Dolorosa…  Por la Puerta de Damasco abandonamos la ciudad vieja y volvimos al hotel.
El sábado, 9 de julio, después de desayunar, otra vez a los Santos Lugares de esta hermosa ciudad coronada por cúpulas, torres, y minaretes rematados por cruces e islámicas lunas. En primer lugar visitamos la hermosa basílica de Santa Ana, de medieval belleza y elegante sobriedad, donde según la tradición nació la Virgen. Junto a ella, los restos arqueológicos de la Piscina de Bethesda, donde Cristo, según los Evangelios, curó al paralítico. Después nos llegamos hasta la Iglesia de la Flagelación, pequeña y coqueta construcción de una sola nave proyectada por Barluzzi y en ella iniciamos el viacrucis por la Vía Dolorosa hasta llegar al Santo Sepulcro donde, independientemente de las creencias y convicciones religiosas de los distintos miembros del grupo, vivimos momentos cargados de fuerte intensidad: el contexto del Gólgota y el lugar del enterramiento de Jesús, así como la gruta donde Santa Elena, según la tradición, halló la vera-cruz hicieron aflorar sentimientos variados entre nosotros que, a su vez, nos hallábamos dentro de una corriente integrada por una miríada humanidad multirracial, multilingüe y de diversos credos cristianos. Por la tarde, después del almuerzo, volvimos a la ciudad vieja y presenciamos un espectáculo de luz y sonido en la Torre de David sobre el origen y avatares históricos de la ciudad que resultó muy interesante aunque, a nuestro entender, en algunos aspectos, algo parcial. Después retornamos al hotel para descansar.
El domingo, 10 de julio, tras desayunar, parte del grupo retornó a España vía  Tel Aviv mientras que otros, entre los que nos hallábamos nosotros, iniciamos la aventura jordana. Cruzamos la frontera después de engorrosos trámites aduaneros por Puente Allenby, cambiando de autobús y de guía (el nuevo, jordano, había españolizado su nombre por Gerardo). Ya en Jordania, continuamos en dirección al Monte Nebo donde, según el Antiguo Testamento Moisés fue enterrado; desde él se domina una extraordinaria  visión del Valle del Jordán. Continuamos hasta Madaba, donde visitamos la Iglesia de San Jorge con su hermoso mosaico-mapa de Tierra Santa que data del s. VI d.C. Almorzamos en el Restaurant Hekayet Nebo, donde pudimos darnos cuenta de las excelencias de la cocina jordana que, sin desmerecer la judía, con la que también tiene claras conexiones, a nosotros nos pareció más rica y diversa: tabo´li (picadillo de perejil), fattoush (ensalada de pan ácimo refrito), kubeh (especie de croquetas) con patatas picantes, arroz frito, sambusa with cheese (paquetitos de masa brick rellenos de queso), kebad  (especie de mixed grill)… Continuamos hasta Wadi-Musa (Petra), alojándonos en un muy buen hotel de la cadena Royal Crown, junto al inicio del yacimiento de Petra.
Muy temprano, el lunes, 11 de julio, después de desayunar (ya podíamos mezclar lácteos y embutidos, desayuno que no era kosher para los judíos), iniciamos nuestra aventura en Petra. Magnífico conjunto arqueológico en el que destacar los hermosos templos funerarios y tumbas del pueblo nabateo. Destacar el cinematográfico desfiladero (Indiana Jones), muy interesante desde el punto de vista litológico y geomorfológico, la impresionante fachada del Tesoro, el teatro, la explanada en alto del templo… Nosotros hicimos todo el recorrido andando (7 u 8 km), resultándonos muy duros y exigentes los tres últimos bajo un sol de canícula y sobre un empedrado incómodo que reverberaba el calor que nos regalaba el astro-rey. Otra vez en el hotel, junto a un pub (The Cave Bar) cuya fachada era una auténtica construcción nabatea, nos tomamos dos cervezas heladas y nos fuimos a almorzar. Continuamos camino hacia Amman, realizando un tour para conocer la ciudad: la mezquita de Abdala, el teatro romano, la mezquita de Abu Darweesh, las calles comerciales del centro popular…  Nos alojamos en el hotel Grand Palace y cenamos al lado de una típica boda jordana. Por cierto, la cerveza y la copa de vino tinto que consumimos nos costó 20 euros; sin comentarios.
El martes, 12 de julio, después del desayuno, autobús, puente Allenby y otra vez en Jerusalén con tiempo de acercarnos hasta la puerta de Jaffa con poco más de una hora para ir al centro comercial Mamilla y a algunas tiendas de la ciudad Vieja donde un reducido grupo realizamos las últimas compras: un mezuzá para colocarlo en la jamba de la puerta, algunas cruces, etc. El autobús nos llevó hasta el aeropuerto de Tel Aviv y desde allí, en un B-737, volamos hasta Madrid donde llegamos cuando anochecía. Nos alojamos en el Meliá-Barajas donde descansamos y por la mañana, después de un excelente y casi inmejorable desayuno-buffet, otro autobús nos llevó hasta la estación de Atocha para coger nuestro AVE que, a las 14:30 H. nos dejó en Santa Justa, Sevilla y, desde allí, a Hinojos y, unas horas más tarde, a Punta Umbría.
Durante nuestra experiencia hemos conocido a gente extraordinaria: Juani y su tía María, de
Puebla de Guzmán, excelentes personas; Andrés y su esposa, simpáticos cordobeses; Rosa y Leo, dos sevillanas inolvidables; Pepe y Joaquín, dos alcalaínos (de Guadaira) que nos hicieron pasar momentos hilarantes; Antonio, el efectivo organizador del viaje; los guías, Luca y Gerardo, doctos en sus respectivas materias; los sacerdotes, Enrique, Antonio Jesús y Javier, comprensivos y eficientes pastores de un rebaño díscolo en ocasiones, y en fin, todos, que nos amoldamos a circunstancias y conseguimos coronar una experiencia inolvidable. 
  Nuestra siguiente estación: Camino de Santiago. Desde él, experiencias vitales y culinarias aparecerán en las `páginas de nuestro blog. Hasta siempre.

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