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domingo, 25 de octubre de 2015

Disfrutando de los sentidos...IV

Una vez más, y van... nos asomamos a nuestro blog para compartir con vosotros nuestra reciente experiencia en la que, según el título de este tipo de entradas, disfrutamos de los sentidos sirviéndonos de los mismos, y valga la aparente redundancia. Entre los días 21 al 25 de octubre, Maricarmen y yo hemos visitado a nuestra hija Ana, recientemente casada con Javier, en Conil de la Frontera, Cádiz. En nuestro primer día de estancia, tras almorzar con nuestra hija unas espinacas con garbanzos y almendras, cocinadas por Maricarmen, aprovechamos para tomar contacto con esta hermosa localidad de la Costa de la Luz y estuvimos paseando por su casco antiguo hasta paramos en La Tertulia, una antigua casa convertida en bar de copas o similar de ambiente agradable y muy bien atendido en la que pudimos degustar buena cerveza. Esa misma noche, tras ver el empate del Real Madrid con el París Saint Germain, junto a otra pareja amiga de Ana y Javier, cenamos en una pizzería, Il magazzino dei sapori, saboreando un excelente
carpaccio de pulpo y pizzas bastante apetitosas, todo acompañado de lambrusco.
En nuestro segundo día, mientras trabajaban los chicos, Maricarmen y yo aprovechamos para cocinar un plato, que en breve colgaremos en este blog (Canastas de hojaldre rellenas), e ir a la playa de Conil, aprovechando un día excelente, tanto que yo no pude resistirme y acabé bañándome, mientras Maricarmen, con la ciudad a su espalda, disfrutaba de las vistas de un mar en calma y que, les puedo asegurar, tenía una temperatura muy agradable. Almorzamos las Canastas de hojaldre rellenas y, tras seguir conociendo Conil, cenamos en un restaurante argentino, Pizza 10, que nos sirvió una empanadilla de carne y otra de cebolla caramelizada y queso que sabían bastante bien, además de una
pizza de jamón que compartimos.
El tercer día, tras volver a la playa, pasear por su blanca arena y su paseo marítimo, perdernos por las callejas empinadas de la ciudad vieja, visitar la iglesia, la Torre Guzmán y realizar alguna que otra compra, quedamos con Ana y Javier y nos fuimos a almorzar a un excelente restaurant, El Rezón, donde la experiencia culinaria resultó todo un acierto: disfrutamos de unas sabrosas anchoas, langostinos crujientes con miel de caña, arroz negro con carabineros y, de postre, coulant de chocolate y helado frito con nueces de macadamia; el vino, un blanco de José Pariente, bastante acorde con la comida.
La atención del personal en este restaurant fue perfecta y el lugar muy agradable. Maricarmen, Ana y Javi se dejaron fotografiar en este buen restaurant. 
Por la tarde nos fuimos a un lugar desde el que se disfrutaba de una hermosa vista, en altura, sobre la playa de Conil. Se encuentra en la urbanización La Atalaya y es conocido como El Merendero, donde se levanta este elegante lugar. Un sabroso café, mientras disfrutábamos de las vistas sobre el mar y el Cabo Trafalgar, nos permitió terminar una
tarde excelente.
Tras descansar en casa, volvimos a salir para comprar agunos souvenirs con el fin de aumentar nuestra colección de cerámica y de lámparas o luminarias para nuestra chimenea.
 Un paseo nocturno y una parada en Feduchy Lounge, en la Plaza de la Villa conileña, donde se encuentra uno de los estancos más antiguos de Cádiz, para cenar ya algo más ligero: una tosta de atún y un revuelto de ortiguillas y langostinos, sencillamente exquisitos. Sentados en una mesa exterior, en una noche templada y estrellada, pasamos una velada deliciosa. A una hora prudente volvimos a casa con ganas de descansar pues ya los días resultaban bastante intensos.
El sábado, nuestro cuarto día de estancia en casa de Ana y Javi, los cuatro salimos en dirección  Barbate.

Paseamos y compramos conservas de la zona: excelentes, especialmente las relacionadas con el atún. Después volvimos en dirección a Zahara de los Atunes, una pequeña localidad turística con playas preciosas. Fuera del casco urbano se encuentra un complejo hotelero y un restaurant el Antonio, que ya conocíamos, con un servicio de primer nivel.
El local y la atención del personal estuvo en consonancia con un restaurante de esta categoría. Desde un pan que entraba solo, a una tortilla de camarones crujiente y deliciosa, para continuar con un morrillo de atún difícilmente superable, saboreamos unas viandas que acompañamos con un vino Viñas del Vero (Chardonnay). El postre, una milhoja de manzana y una mouse de chocolate pusieron fin a tan buen almuerzo.
Continuamos hacia Tarifa, avistando desde Punta Paloma un cielo sobre un mar plagado de los multicolores
materiales usados por los practicantes de Squite wind. Paseamos por esta original ciudad, la punta más al Sur de la Europa continetal; tomamos café y volvimos a Conil. Esa noche cenamos en casa, algo ligero: una crema fría de verduras que también colgaremos próximamente en nuestro blog. 

Nuestro último día en Conil, el domingo 25, ocupamos la mañana en pasear, tomar una copa en La Chanca, donde probamos una formidable pastela de atún sobre crema de mango, y compramos un poco de atún. 
Finalmente, antes de almorzar, nos fuimos a los acantilados de Roche
con el fin de visitar alguna de sus bellísimas calas donde nos hicimos algunas fotografías. Después nos fuimos a casa donde disfrutamos de un magnífico cocido que cocinamos el día anterior.
Tras el reparador almuerzo, emprendimos el viaje de retorno a casa, dejando a nuestra hija y a su marido en Conil, pero con el lógico deseo de volver a verles pronto.















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