- Ingredientes: Un paquete de puré de patatas (120 g aproximadamente); ½ l de
leche; ¼ l de agua; ½ kg de carne picada de ternera o cerdo (o mezcla de
ambas); una cucharadita de mantequilla; poco más de ½ kg de tomate natural frito
en casa (véase la receta) o una lata de ½ kg de tomate frito; un poco de queso
rallado para espolvorear; 3 dientes de ajo; un poco de vino blanco; pimienta negra; aceite de oliva, y sal.
- Preparación: En una sartén ponemos aceite y doramos los
ajos partidos, echamos la carne picada y rehogamos unos diez o
quince minutos. A continuación salpimentamos y añadimos un chorrito de vino
para seguir mareando hasta que se haya evaporado el vino y el agua que suelta
la carne. Aparte, en una fuente de horno, hemos puesto como base el tomate
frito sobre el que verteremos la carne picada ya cocinada, cubriéndolo todo con
el puré de patata que habremos preparado en el momento con la leche, la sal y
la cucharita de mantequilla, espolvoreando el resultado con queso rallado del
tipo que usted prefiera. Ponemos al horno a gratinar hasta que se dore y listo
para servir.
Algunas curiosidades sobre el ajo:
Ajo
(Allium sativum).
Planta de la familia de las Liliáceas, aunque hoy se tiende a incluirla entre
las Aliáceas, de 30 a
40 cm de
altura, con hojas ensiformes muy estrechas y bohordo con flores pequeñas y
blancas. El bulbo es también blanco, redondo y de olor fuerte y se usa mucho
como condimento. Existen diversos tipos:
blanco, rosado, etc. Aunque posee un origen incierto, se le considera oriundo
de Asia,
desde donde se extendió a toda Europa
y, desde aquí, hacia América a través de los conquistadores españoles. En Egipto era consumido
por los esclavos que trabajaban en la construcción de las pirámides, ya que se
le atribuían propiedades fortificantes y vigorizadoras. Durante los tiempos de
la Grecia y Roma
antiguas era consumido principalmente por soldados, navegantes y campesinos.
Los gladiadores
eran muy aficionados a su consumo por las propiedades excitantes de la libido
que se le atribuían. En la Edad Media ya se le usaba con fines terapéuticos, generalmente
para combatir enfermedades bacterianas. El término ajo procede del latín ALIUM.
En gastronomía tiene un protagonismo
estelar al ser aderezo indispensable de muchos platos, pudiendo utilizarse en
forma de cabezas, dientes del bulbo o laminados. Actualmente, el ajo es muy
utilizado en la medicina naturista, teniendo una amplia utilización
farmacológica. Es eficaz como antibiótico,
combatiendo numerosos hongos, bacterias y virus;
en el control de enfermedades cardíacas, ya que reduce el bloqueo de las arterias
y aminora la presión arterial y el colesterol;
incrementa el nivel de insulina en el cuerpo; controla los daños causados por la arteriosclerosis y el reuma.
También se lo relaciona con la prevención de ciertos tipos de cáncer
y en la reversión del estrés y la depresión.
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