- Ingredientes: 1 kg de pan asentado; 150 g de chorizo serrano; 1 cabeza
y ½ de ajo; 1 l
de agua; un chorreón de aceite, y un puñado de sal.
- Preparación: Troceamos el pan en pellizcos,
echándolos en un recipiente grande. Aparte, ponemos a calentar el agua con la
sal y cuando se ha diluido la sal y el agua está calentita rociamos con ella
las migas de pan. En la cacerola donde vayamos a cocinar las migas ponemos un
buen chorreón de aceite de oliva, los dientes de ajos sin pelar y mareamos;
seguidamente echamos el pan y regularmente no dejamos de dar vueltas para
evitar que se asienten o requemen. Cuando lleva más de 1 h, observando que el
pan empieza a deshacerse, agregamos el chorizo en rodajas o partidito y, 1 h y ½
más tarde, después de continuar removiendo de forma regular, retiramos del
fuego. Es conveniente que las migas queden sueltas.
- Sugerencias: Las migas constituyen un plato
humilde y sabroso donde los haya, admitiendo, además, toda una gama de
posibilidades: se les puede echar también un poco de tocino; comerse con
sardinas, boquerones o huevos fritos; acompañarlas con vino o café con leche o
solo (así era muy común que se comieran en algunos hogares de Hinojos)…
Algunas curiosidades sobre el ajo:
Ajo
(Allium sativum).
Planta de la familia de las Liliáceas, aunque hoy se tiende a incluirla entre
las Aliáceas, de 30 a
40 cm de
altura, con hojas ensiformes muy estrechas y bohordo con florespequeñas y
blancas. El bulbo es también blanco, redondo y de olor fuerte y se usa mucho
como condimento. Existen
diversos tipos: blanco, rosado, etc. Aunque posee un origen incierto, se le
considera oriundo de Asia,
desde donde se extendió a toda Europa
y, desde aquí, hacia América a través de los conquistadores españoles. En Egipto era consumido
por los esclavos que trabajaban en la construcción de las pirámides, ya que se
le atribuían propiedades fortificantes y vigorizadoras. Durante los tiempos de
la Grecia y Roma
antiguas era consumido principalmente por soldados, navegantes y campesinos.
Los gladiadores
eran muy aficionados a su consumo por las propiedades excitantes de la libido que se le atribuían. En la Edad Media ya se le usaba con fines terapéuticos, generalmente
para combatir enfermedades bacterianas.
El término ajo procede del latín alĭum.
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